miércoles, 30 de mayo de 2012

La Orden Ikkokki


Cuando los Escorpión obligaron a Bayushi Ikkokki a retirarse a un monasterio por ser favorable a las políticas del shogun, pocos imaginaron que estaban creando una fuerza sociopolítica y religiosa que apoyaría directamente al bakufu. Ikkokki fue un hombre brillante, lejos de la percepción que se tiene hoy de él de patán, gracias en parte a la propaganda del Escorpión. Cuando se le mandó al Santuario de Ise, no tardó en llegar a ser abad. En Ise, Ikkokki (que no se cambió el nombre al entrar al monasterio) comenzó desarrollar una filosofía política mediante la cual los campesinos viesen la gloria del Shogun, y el bien que hace el bakufu. A los pocos años recibió la visita de Kaneka Ieyasu, que impresionado con su labor, obró políticamente para que el Emperador declarase a los monjes de Ikkokki como una orden religiosa, con sede en Ise. La orden creció poco a poco, siendo el destino monacal de todos los samurai del bakufu (menos los más excéntricos). Cuando Ikkokki murió, la orden tenía un tamaño considerable, y férreos lazos con el bakufu. Incluso, el Shogun llegó a pedir consejeros de la orden, lo que la glorificó muchísimo. Ademas de todo esto, la orden aceptaba a plebeyos entre sus filas, lo que la hizo ser popular entre los campesinos. Por último, hace casi 70 años, la orden Ikkokki regaló al Shogun un tratado donde explicaba como un gobernante debía comportarse, sin las limitaciones del honor y del código del Bushido. El tratado se llamaba Shourido. Al principio fue demonizado por los samurai más honorables, tratándolo como una afrenta, pero los altos funcionarios del bakufu empezaron a ver la utilidad de esta filosofía, tan opuesta a la tradicional, e incluso la aplicaron. Actualmente está más popularizada de lo que se cree.
Ahora, desde el Gran Santuario de Ise, cerca de Kyuden Bayushi, los monjes Ikkokki ofrecen su apoyo de todas las formas posibles al bakufu. Muchos samurai de los clanes Grulla y Escorpión abrazan sus enseñanzas, así como miembros del gobierno militar, contando con una enorme cantidad de partidarios. La orden tiene más de cien templos repartidos entre las tierras centrales de Rokugan, habiendo eclipsado a las demás tradiciones monásticas, y convirtiéndose casi en un sinónimo de la Hermandad. Precisamente por esto, los monjes de otras órdenes no les tienen en alta estima, al igual que los daimio provinciales que buscan mantener cierto control autónomo obre su territorio. Sirven como espías y protectores del bakufu, generando agitación allí donde aparecen.

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